Otoño...

Al ver tu rostro comprendí, que no hay nada que se le compare, tu cabello negro bailaba con la brisa, y con la mirada en el horizonte una lagrima rodo por tu mejía, acaricie tu rostro y ni siquiera me miraste, simplemente suspiraste…
Pasaban las horas y te quedaste mirando el cielo, hice lo imposible por llamar tu atención, pero fue en vano, me ignoraste, te tome de la mano y no reaccionaste, grite tu nombre y solo el eco de mi voz se oyó a lo lejos, me partía el corazón verte llorar, y desconsolado caminaba a tu lado… conté miles de chistes y tu fingías oírme pero de tu hermoso rostro no pude sacar una sonrisa, tu silencio, tu ausencia y tu distancia me daba miedo, tenía miedo de perderte… el cielo se torno gris, y gotas de lluvia caían sobre ti, estabas tan hermosa aun estando empapada tu belleza me deslumbraba, el frio era cada vez más intenso, estabas pálida, tu cuerpo frio deambulaba por el camino que todas las noches recorríamos de la mano, como olvidar las noches estrelladas bajo la luz de tu mirada, las caricias que la luna envidiaba cada vez que te acercabas y con tus manos sosteniendo mi rostro me decías que me amabas…
A lo lejos divise nuestra colina, caminabas en silencio y con la mirada perdida, tus manos sostenían un ramo de flores, y subiste la colina, allí frente al roble que todas las noches nos veía jugar entre sus ramas, vi la última hoja caer encima de una lapida que decía: Nunca te olvidare, siempre serás el amor de mi vida... Mis lágrimas rodaron al ver mi nombre grabado en aquella lapida donde llorabas y en voz baja repetías, siempre te amare por el resto de mi vida…