El teléfono sonó, y la voz de un desconocido, le ha preguntado ¿estás lista? ella con una sonrisa dijo: voy en camino… salió de su casa y se dirigió al lugar donde se encontrarían; mientras caminaba, estaba decidida no tenía miedo, sabía que no debía arrepentirse de lo que pasaría ese día, simplemente suspiro y al verlo parado en el lugar acordado se armo de valentía y con un beso en la mejía lo ha saludado.
Caminaron hacia el carro, que la llevaría a cometer la locura más grande de su vida. El silencio era enorme, las miradas se cruzaron, y el pregunto: ¿estás bien? ¿Estás segura? Con una sonrisa dijo: estoy bien no te preocupes…
El silencio era enorme, el camino se hacía eterno, él tratando de romper el hielo dijo: tengo dulces, ¿quieres? Y sonrió… ella lo miraba en silencio, no podía creer lo que estaba haciendo, sabía que estaba mal, nunca en su vida había hecho una locura como esta, aun así no se arrepentía de la decisión que había tomado. ¿Me das uno? dijo tímidamente. El con una sonrisa destapo el dulce y se lo metió a la boca y dijo: si lo quieres tendrás que quitármelo. Ella simplemente sonrió y desvió la mirada hacia la ventana, nunca había besado a un extraño y quitarle el dulce de la boca esa sí que era una locura. Después de un rato llegaron al lugar, estaciono el carro y el pregunto: ¿quieres el dulce? Qué más da pensó para sí misma, se aproximo hacia él y uniendo sus labios con los de él, le quito el dulce, una sensación rara recorrió su cuerpo, estaba nerviosa, eso solo era el comienzo de su más grande locura…
Él se bajo del carro, la tomo de la mano y subieron las escaleras…
Después de varios segundos allí parados uno frente al otro, el la tomo por la cintura tratando de quitarle la ropa, ella tímidamente se resistía, no tenía la confianza suficiente para desnudarse frente a un desconocido. El seguro de sí mismo se desvistió, allí parado frente a ella desnudo a media luz, la tomo por la cintura, sus manos acariciaban su cuerpo, él la beso suavemente en la boca y recostándola sobre la cama la hizo suya, allí entre sabanas blancas sus cuerpos desnudos se enredaban, sudados los dos perdían el control, el placer era insaciable la excitación era incontrolable, dos extraños se entregaban por completo en aquella habitación. Recostados en la cama rendidos después de unas horas de pasión, él la miraba en silencio, y después de unos minutos pregunto: ¿Te Puedo volver a ver?
Con una condición
¿Cual pregunto?
Ella respondió: no involucremos sentimientos, mientras menos sepamos uno del otro mejor…
El desconcertado de aquella condición guardó silencio y suspiro…
El teléfono sonó, y ella jamás contesto…